viernes, 24 de mayo de 2013

La culpa siempre es de otro

Hoy me he encontrado con mi amigo el Pombero.
Se sorprendió mucho al verme. Recuerdo que  la última vez que lo vi, hace cinco años, fue en un bus de Buenos Aires. Aquel día yo regresaba de trabajar, estaba cansado y el sol empezaba a reflejarse en los cristales de las ventanas. Venía dando cabezazos en el bus cuando desperté y lo vi, con la misma melena enmarañada de siempre, como recién salido de entre las malezas del yuyal.  Ahí estaba él, sonriente junto a mí.
Pues hoy lo he vuelto a ver, ahora llevaba teñido el pelo de rubio, su nuevo look. Me confesó tímidamente que había dejado de fumar. Le dije que eso fue lo mejor que pudo hacer por la salud pública y por su familia. Luego de una silenciosa pausa, como recordándose de algo que quería contarme, me dijo:
- ¡Qué gordo que estás, che ra’a, che dio!
Yo sorprendido por su comentario quedé helado, no sabía qué responderle, pero después, mirándome la panza, me defendí como mejor pude:
- La culpa no es mía -le dije-, la culpa es de Marta, mi mujer, que tan bien me cuida.

lunes, 13 de mayo de 2013

Sy ára

Madre, deseo llevar siempre el sello
bendito de tus labios en mi frente,
tu sonrisa de amor en mi recuerdo,
y tus abrazos que son mi presente,
y abrir los ojos, como un recién nacido,
al escuchar tu voz llamándome: hijo.

Si al atardecer tengo tu cariño
jamás tocará la pena a mi puerta
ni podrá el tiempo avejentar al niño
que llevo dentro. Como una violeta
gozo en perpetua primavera, en nido
feliz me fortalecen tus clamores.

Pero despierto y todo me han prohibido:
la alegría, el abrazo, los colores...

viernes, 3 de mayo de 2013

No llores más, Mariascobar, no llores más

No llores más, Mariascobar, no llores más.
No llores porque todo ha terminado.

Llegó el verano y como las oscuras
golondrinas los erasmus se van.

Volverán, serán otros, pero volverán.

No llores más, Mariascobar, no llores más,
que apagas las estrellas de tu cara,
y rompes el pecho de este jilguero
que renunció a volar este verano
para seguir cantando tu belleza
a la luna que nos mira desde el cielo.

No llores más, Mariascobar, no llores más,
que por ti me aprendí tres idiomas europeos
para decirte con uno solo que te quiero.

 CDL