martes, 22 de septiembre de 2015

Paraguay en Vegadeo


19 de septiembre de 2015

 
              Llego a Vegadeo por la tarde. A las nueve de la noche empieza el VI Festival Folklórico paraguayo, que organiza la Asociación de Paraguayos del Principado de Asturias. Rosana Portillo es una de las paraguayas que mueve toda esa actividad. Es una mujer de hierro, con varios hijos a los que tiene que mantener y educar. Hay muchas otras mujeres sacrificadas como Rosana que en sus ratos libres se dedican a ayudar a todo el mundo, organizando las actividades de la asociación.
            Rosana es quien nos recibe a Marta y a mí y a muchos otros invitados. Ella es la que nos ha conseguido un apartamento donde vamos a quedar por una noche, sin tener que pagar nada. “Mi jefe no te va a cobrar”, me dice Rosana. Los asturianos son generosos por naturaleza. Quizá es porque los paraguayos que viven en Vegadeo se han ganado el corazón de los anfitriones de este cálido rincón asturiano.
En Vegadeo, en Asturias, los paraguayos nos sentimos como en casa. Y es que Asturias es una gran alegría para la mayoría de nosotros. No solo por el ambiente acogedor o por la buena comida (por cierto, muy parecida a la paraguaya: les encantan las legumbres), o por la exquisita “sidrina” que alegra el alma asturiana, sino sobre todo porque nos reciben como a amigos, como a hermanos. Y es que muchos asturianos, en tiempos pasados, emigraron a América. Creo que por eso comprenden al extranjero. Nos miran como si vieran a los asturianos que habían dejado tu patria en décadas pasadas, y que han regresado a su casa.
Estos paraguayos son los verdaderos promotores de nuestro país en España.  Ellos hacen que el nombre de Paraguay suene bien. Ellos hacen mucho más que los diplomáticos que son enviados desde el Paraguay y se dedican a hacer turismo.
Cuando conoces a un paraguayo, como los que viven en Vegadeo, es difícil ya de olvidarlo, dejan huella en la gente. Lo ciertos es que tiende a ofrecer lo mejor que tiene, lo poco que tiene: su disposición, su trabajo, su lealtad y su amistad, y esas ganas de estar siempre feliz. Vaya donde vaya llevan su característico idioma, su identidad, su cultura, su espíritu, su alegría.
Los que salimos del Paraguay, salimos con la ropa roída por el abandono, por la sed de una vida que no podemos vivir en nuestra propia tierra. Nuestros sueños tomaron posesión de nuestros pasos y nos trajeron aquí.
Es verdad que en los primeros momentos, miramos hacia atrás, hacia nuestra patria con la cara de un perro que es expulsado del hogar. Pero los paraguayos, como los asturianos, no tenemos miedo de arriesgarnos. El fracaso y el triunfo son dos caras de la misma moneda. A veces, el futuro se nos aparece como un abismo oscuro. Pero los paraguayos, los pobres paraguayos (que somos la mayoría) lo cruzamos sin miedo. A veces detrás de ese abismo encontramos una luz, una luz como Vegadeo, como Asturias.