jueves, 28 de abril de 2016

La senda recorrida


La senda recorrida
Candela de las Heras
Ediuno, Oviedo, 2015

 Candela de las Heras (Alicante, 1994) debuta con este libro que ha merecido el V Premio de Poesía de la Universidad de Oviedo. Certero título ha elegido sin duda alguna porque la literatura y, en particular, la poesía no es otra cosa que un recorrido, un viaje por la conciencia y los sueños. Su poemario está dividido en cuatro secciones que llevan como título nombres de mujeres: Ella Jane, Patricia Lee, Polly Jean y Amy Jade. Entendemos el simbolismo de los títulos, un homenaje, una reivindicación de la figura femenina. Estas mujeres guían a la poeta, la acompañan en cada poema, y suponemos que también sus voces y letras le sirven de inspiración.
            Los cuatro apartados contienen poemas que no se diferencian mucho en el tono ni en el estilo. Prioritariamente se da más importancia al contenido. La forma no es lo relevante, sino que lo que la poeta nos quiere comunicar en cada poema. En muchos casos como un monólogo que se acerca a la queja, un monólogo en el que no podemos asegurar quién habla ni a quién se dirige. ¿Es la propia conciencia la que dialoga consigo misma o con la que escribe, como en "Times takes a cigarette"? Es interesante el juego de buscar la ambigüedad cambiando las voces; por ejemplo, en las dos primeras estrofas de este poema se usa la segunda persona y en la última estrofa, la primera. Le da un toque de misterio a los poemas no saber quién está hablando y a quién se dirige en los distintos momentos. Se acercan a lo borgiano estos juegos de espejos, estos juegos del doble. Poesía psicológica llamaría yo a la poesía de Candela de las Heras.
             El tiempo que todo lo ha consumido, la muerte y la soledad que pesa y que a veces puede llegar a ser corpórea (como en "El frío") son los temas que más le importan a nuestra poeta. El abandono que alude a la muerte invade de un color fúnebre algunos pasajes del  libro. ¿Conviene no abusar de lo dramático para evitar que los lectores se pongan muy serios? "Piensa todos los días en la muerte –decía Rafael Barrett–, y tu obra resplandecerá de vida." La poesía de Candela De las Heras solo respira vida, y es su vida la que nos cuenta en cada poema. En el fondo ama la vida y se aferra a ella. "Lo peor de la muerte es saber que vas a morir. / Pero qué difícil es decirle adiós a la vida". 
No todo es negro en este libro, podemos encontrarnos un refugio al que se vuelve y al que se resiste a abandonar. Ese refugio vital son los recuerdos de la infancia que aparecen en "Marques", "Niños en mi tiempo" o "Salinas", poemas que guardan también una figura paternal, la compañía de un ser querido. En este libro no se habla casi de amor –al menos de forma explícita–, pero un poema basta para no quedarnos con las ganas. "Si quieres, podemos irnos" es un bello texto amoroso, en el que no aparece la palabra "amor". Y es que De las Heras maneja bien el arte de aludir. 
La senda recorrida encierra ciertamente lo que la autora ha recorrido en su aún corta vida. Sin embargo, a pesar de su juventud, podemos percibir un cúmulo de vivencias (y lecturas) que demuestran una madurez prematura.
                                                            

EL HACEDOR

Me gustaba observarte concebir el mundo con las manos.
Tú, creador, hacedor de milagros.
Lo que tocabas era ya tu obra:
prolongaciones
de ti, hijos bastardos de tu energía.
 
Qué autoridad mostrabas sin darte cuenta
cuando, desenvuelto, hacías algo para mí.   
 

 

[Reseña publicada en la revista Anáfora, nº 7]