lunes, 26 de febrero de 2018

Un lector aforista

           
Los buenos aforismos, como el vino, maduran con el tiempo, se quedan en nuestra memoria y nos siguen gustando. A veces, pasan a ser refranes que cita la gente, y en este caso, se olvida al autor. No podemos negar que un buen aforista ha de ser un gran escritor, con una pizca de filósofo, otra de poeta y, fundamentalmente, un gran lector. Estos tres requisitos cumple en gran medida el crítico y poeta José Luis García Martín, que ha reunido en Todo lo que se prodiga cansa (La Isla de Siltolá, 2017) una selección de los aforismos que estaban desperdigados desde hace décadas en sus libros y en sus reseñas. Ya en Días de 1989, su primer tomo de diarios, podemos encontrar gran cantidad de frases, paradojas, juegos de ingenio, versos memorables, reflexiones; todo productos de una mente lúcida y ácida al mismo tiempo. Me viene a la memoria ahora un ejemplo: “Amores: imposibles, que son los que menos cuestan y los que producen más rendimiento literario”.
            Todo lo que se prodiga cansa es un título que resume un toque característico del autor: experto en falsas modestias y en reírse de sí mismo. Experto además en tirar piedras contra su propio tejado, pues cómo es eso que siendo García Martín, crítico temido y admirado, pueda decir que “Nadie verdaderamente inteligente se dedica a la crítica”. Vea el lector que esta afirmación es solo una muestra más de la falsa modestia del autor.
Decía más arriba que Todo lo que se prodiga cansa es solo una selección de los aforismos del autor seleccionados por sus amigos. No es una selección exhaustiva. Pienso que García Martín ha querido dejar fuera algunos para que sus lectores los encuentren. Y es que sabe muy bien que nada gusta más al lector que encontrar entre las páginas de prosa una frase brillante que nos descoloque, que nos impresione, que nos obligue a detenernos un rato, que nos obligue a pensar. ¿Quién no ha subrayado alguna vez una frase que a simple vista parece ser una más del montón, pero que al leerla reluce con una luz distinta a las demás? La subrayamos para que quede en nuestra memoria y nos ilumine un poco más.
            Estos dos últimos años no han sido especialmente descansados para mí, que no cuento con tiempo suficiente para enfrentarme a un libro que requiera un tiempo más prolongado para su lectura. Por eso un libro de aforismos puede saciar mi sed de lecturas cuando mi responsabilidad paternal y de estudiante me obligan a administrar a rajatabla cada hora de mi vida.  
Todo lo que se prodiga cansa, un volumen ideal para casos como el mío, es una amalgama en la que podemos encontrar una reflexión sobre poesía, crítica, viajes, libros, amigos, amores, etc. O simplemente un poema en forma de aforismo: “Una pluma en el viento: muerto el pájaro, no muere el vuelo”. Una paradoja: “Nunca se vuelve al punto de partida; ni siquiera después de dar la vuelta al mundo”, etc.
En esta preciosa edición –La Isla de Siltolá siempre publica bellas ediciones– podemos encontrar lo que buscamos. O como diría García Martín, hojeamos un libro de aforismos para que un aforismo nos encuentre.
            Si quien muchos libros ha leído ha vivido muchas vidas, tantas vidas como un viejo gato o como Matusalén tiene entonces García Martín. Cada semana, desde hace más de cuarenta años, comenta un libro, sin faltar ni una sola vez a la cita con sus lectores. En su caso, la literatura, y sobre todo la lectura, le ha conferido una salud de hierro. De ahí que en Todo lo que se prodiga cansa, las secciones que más destacan son precisamente las dedicadas a “Poesía y poetas” y “Acerca de la crítica”. De estas secciones compartimos los siguientes aforismos:
“Solo cuando llegamos al último verso del poema comienza el camino que lleva a la poesía”.
“La poesía, como la línea del horizonte, está siempre a la vista pero nunca al alcance de la mano”.
“La poesía nos abre los ojos, incluso cuando parece adormecernos la melodía del verso, nos muestra lo que no queremos ver, añade veneno al veneno del vivir. Es un poco de silencio en medio del estruendo del mundo o una caricia que esconde un puñetazo”.
“Sin capacidad de entusiasmo no hay buen crítico; sin un punto sadismo, tampoco”.
“Destrozar de vez en cuando un libro mantiene en forma al crítico”.
“Las obras maestras las terminan de escribir los críticos”.
“Para el buen discípulo no hay mal maestro”.
“Aprender a escribir es casi tan difícil como aprender a leer”.
“Solo me interesan los autores que, creyendo contar su vida, cuentan la mía”.