lunes, 23 de febrero de 2015
martes, 17 de febrero de 2015
La fiesta de la palabra
Parranda
XIV Premio Casa de América de
Poesía Americana
Rafael Courtoisie
Madrid, Visor, 2014.
En Parranda, del poeta uruguayo Rafael Courtoisie (Montevideo, 1958),
la fiesta de la palabra acapara casi todo el libro. El lector podrá encontrar
unos versos lúcidos, dinámicos. En muchos casos el poeta prescinde de los
adjetivos y recurre a la paradoja, a la ironía, al humor, al final inesperado,
como en “Bienaventuranzas” o en “El viejo sabio” (que más que un poema semeja
un microrrelato). Hay poemas tan sintéticos que parecen no ocultar nada,
porque entendemos que no tienen nada que
decirnos, como el segundo poema del libro. Pero si lleva la música, alma de la
fiesta, qué importa si se entiende o no el poema. Algunos de los bailarines que
mueven su esqueleto en este libro son: Neruda, Dostoievski, Rascolnicov,
Melville, Pedro Páramo, Mr. Hyde… En Parranda,
sin lugar a dudas, el Dj es el Ingenio. Pero no todo es fiesta, también hay
poemas reflexivos como “Mal abrigo” u “Orgullo”, título fundamental para entender
los versos que siguen:
Esa inmensa esfera de hierro
invisible que cargamos
al zambullirnos y nadar
sobre la espalda del día.
[El comentario se publicó en el Nº 3 de la revista Anáfora]
sábado, 14 de febrero de 2015
Los nombres de la realidad
Nombres
escritos en la corteza de los árboles
Ángel
Rodríguez López
La
Isla de Siltolá, Sevilla, 2014.

Los nombres han hecho hablar a los poetas desde que se
inventaron el odio y el amor. Las mujeres que inspiran a Rodríguez López son
las que de alguna manera forman parte de su vida y a partir de ahora también de
la del lector.
El primer nombre, “Marcela”, coincide con el de un
personaje muy conocido del Quijote. Marcela es una mujer decidida,
valiente, en la historia pastoril cervantina. Pero también puede ser la figura
de la mujer más libre de hoy en día. En el poema de Rodríguez López no solo
encontramos el primer amor de la infancia y la chica más popular, que tenía
como locos a todos los chicos del pueblo, sino también la referencia al título
que lleva el libro: “Pero de aquello solo queda / tu nombre escrito en la
corteza de este árbol / y un puñado de años con más pena que gloria.”
Todo el libro mantiene el mismo tono descriptivo de las
protagonistas. Él poeta las observa y las canta. “Roberta, / con su tizne
cobrizo en las ojeras…”. A veces se compadece de ellas (“Dulce, la pobre Dulce,
/ lo único que es suyo son sus manchas de verruga / y una miseria honda y
vocera…”) y las bendice y las quiere y las rescata en sus versos, tal vez es
una forma de que no se mueran del todo.
De temas como el amor habla en algunos poemas (“Clara”), y
también observa cómo pasa el tiempo en “Carmen”: “Pero esta mañana se ha
levantado sobre sus más de sesenta marzos…”
A “Violeta” la retrata ágil y risueña paseando por la calle
en unos versos que da gusto pronunciar: “Ella pasa su paso en la calle y posa /
su peso de huesos ya cenizas de tarde…”.
Los versos se leen de forma fluida para que nos sorprenda
mejor alguna imagen, algún aforismo o greguería: a Marta “los besos le caducan
entre los dientes…”, a Martina “se le cae el viento de los ojos si mira lejos”.
Los poemas de Rodríguez López retratan a la mujer que
sufre en la calle, en una oficina, en una casa, en un circo… O en todas partes,
como “Lorena”, la prostituta que “asume los golpes” de la vida. Poemas humanos,
muy humanos, son los de Rodríguez López. Por eso vale la pena acercarse a
ellos. No solo ofrecen un mundo próximo y actual, sino también retratos de la
vida desgarrada por el destino. La lectura de estos poemas busca alumbrar la
conciencia y los ojos de los lectores.
Tal vez los nombres
sean solo una forma de distinguir a los poemas y que la mujer que inspira al
poeta sea solo una y todas. Quizá encontremos en algunos de estos nombres el
rostro de alguien cercano a nosotros. Un nombre como “Marta” o “Raquel”, cuyos
dos únicos versos valen la pena tallar en la memoria: “Hay que defender este
mundo: / tus ojos están dentro.”
Etiquetas:
Ángel Rodríguez López,
La Isla de Siltolá,
lecturas,
libros
domingo, 1 de febrero de 2015
La antología que faltaba en España
La poesía del siglo XX en Paraguay (Antología
esencial)
Mar Langa Pizarro
Madrid, Visor, 2014

Pero acaba de aparecer la tan
esperada antología paraguaya, en edición preparada por Mar Langa Pizarro. Hemos de valorar y respetar su selección
personal y confiar en su criterio. En la introducción nos ofrece un recorrido
por las diferentes generaciones (poetas nacidos a partir de 1901) que conforman
las letras paraguayas del siglo XX. Es una breve historia de la literatura
paraguaya en el que adquieren protagonismo las revistas literarias (Revista del
Instituto Paraguayo, La Ilustración Paraguaya, La Pluma Joven, Alón, Juventud,
etc.). Todas ellas surgieron por la necesidad de difundir las nuevas creaciones
y por la falta de editoriales. Las revistas hoy y entonces siguen siendo una
oportunidad para muchos poetas que no pueden publicar un libro (en Paraguay la
mayoría de las obras la publican y las pagan los propios autores). La selección
de Mar Langa llega hasta los nacidos en 1970.
La
antóloga excluye la poesía escrita en lengua guaraní, pero destaca la
influencia de este idioma en la lírica paraguaya. Algunos de los poetas
bilingües, conocidos sobre todo por sus obras en guaraní, aparecen en esta
selección, como Susy Delgado e Ida Talavera.
Veinticuatro
poetas conforman esta antología, que empieza con Josefina Pla. Como Rafael
Barrett, esta española tuvo una gran influencia en los poetas y escritores
paraguayos que la tuvieron como maestra y guía. Cultivó casi todos los géneros
literarios. Destaca su visión crítica sobre el idioma guaraní y su apoyo al
mundo femenino: “… Oficio de mujer. / Manos moviéndose / sin pausa / como hojas
/ que se retratan arañando el cielo / para caer al suelo y ser pisadas…”. Además,
poemas de amor (“Como he de ser”, “Imposible”,…), reflexivos, sociales, (“Mi
beso es muchedumbre”), intimistas, que hablan de la muerte y el paso del tiempo.
Herib
Campos Cervera es considerado el padre de la poesía nueva (vanguardista) en
Paraguay. Entres sus poemas destacan sobre todo los de tema social, con fuerte
tono reivindicativo. El único libro que pudo ver impreso fue Ceniza redimida (1950), pero muchos de
sus poemas publicados en revistas y diarios se recogieron posteriormente en
volumen. Unos de los poemas más importantes de Campos Cervera, seleccionado en esta
antología, es “Un puñado de tierra”, en el que el poeta, desde el exilio, con tono
pesimista añora a su patria. Anderson Imbert lo calificó como un “poeta sin
alegrías”. Se incluyen además dos poemas inéditos, el último de ellos (“El día
que me muera”) parece pertenecer a la última etapa del poeta.
Ida
Talavera escribe en guaraní y en español. En esta selección, podemos leer
poemas de tema elegíaco, sobre la fugacidad de las cosas, de protesta,
combativos… En “Lo que yo sé” descubrimos que Ida Talavera no solo es una
observadora pasiva de la realidad, sino además alza la voz para decirnos que la
realidad es su maestra, la que le ha enseñado a sentir y a reflexionar. Defiende
a la mujer en el poema “Mujeres de mi tierra”.
Hugo
Rodríguez-Alcalá, además de poeta, es un gran estudioso de la literatura
paraguaya e hispanoamericana. El tema del exilio está muy presente en sus
poemas. “Proyecto de poema I” evoca a su madre, la describe leyendo tal vez un
libro, es una forma de retrotraer el recuerdo de la patria; en “El pueblo” evoca
el lugar de la infancia, ese lugar ameno que ahora le parece un sueño.
Oscar Ferreiro es poeta, ensayista y traductor de Apollinaire, Paul
Éluard…Entre sus poemas, destacan “Mañana” y “¿…y los dioses”. Ester de
Izaguirre concibe poemas reflexivos (“Ignorancia”, “Feria”), intimistas
(“Celebrante”) y amorosos (“Estatua”, “Conjuro”).
Elvio Romero es el poeta paraguayo más conocido fuera de su país. La
mayoría de sus obras fueron publicadas por la editorial Losada. Influenciado
por Neruda, Alberti (este le dedicó un poema y le ayudó a publicar su primer
libro, Días roturados), Miguel Hernández, Herib Campos
Cervera,... Como a otros, según Hugo Rodríguez-Alcalá, el exilio lo salvó
del anonimato. Pero sin duda alguna, Elvio Romero fue el primer poeta que elevó
la lírica paraguaya a un nivel de prestigio.
José
Luis Appleyard, que en la escuela estudió a los poetas españoles de la Generación
del 27, también sigue la línea de Elvio Romero pero no es un poeta solo de
raigambre social, le gusta más hablar de la naturaleza, del paso del tiempo. Es
un poeta que no grita, no exhorta, no busca combatir, pero su voz es una de las
que más se escucha y queda en la memoria del lector. Sus versos sosiegan, como
la misma naturaleza que describen. En esta antología, los primeros poemas son
más relevantes.
Otros
poetas que destacan son Rubén Bareiro Saguie con sus poemas breves, aforísticos.
Raquel Chavez nos ofrece poemas o versiones de los cantos que describen la
cosmogonía guaraní, es también un homenaje al antropólogo (y, por qué no,
poeta: el que traduce también es poeta) León Cadogán. Osvaldo González Real, ensayista y narrador,
es conocido sobre todo por sus cuentos de temas ecológicos, sus poemas se
acercan bastante a la poesía oriental y a la cosmogonía guaraní. Jacobo Rauskin
describe en sus poemas la realidad cotidiana. Se trata de un poeta cuya poesía
parece engañosamente sencilla. Mezcla incluso el habla coloquial de su tierra
con la lengua estándar. El poeta busca acercarse al lector paraguayo hablando
como se habla en la calle. Es un estilo que ahora parece estar muy de moda en
los poetas paraguayos, sobre todo en la última generación. Elinor Puschkarevich
tiene algunos poemas más intimistas y sugerentes, otros tienden al tono
confesional, como “Rosi, mi hermana canaria”, en el que nos presente el tema de
la amistad. En los poemas de su segundo libro, vemos la preocupación por el
paso del tiempo y la añoranza del ayer.
René
Dávalos, que tenía solo 22 años cuando falleció, es una de las voces más
prometedoras que había tenido la nueva poesía paraguaya. Muestra de ello son
los pocos poemas que dejó publicados, piezas como “Ausencia”: “¡Qué sola brilla
/ –y qué vacilante– / mi vida en tu oscuridad!”. Algunos de sus poemas, como
“Joven poeta” y “Al hermano”, hablan de la muerte como si presintiera su propio
destino (“Estabas listo para morir: / el cielo como fruta madura negaba su
dulzura…”). “La amada”, en mi opinión, es unos de los mejores poemas amorosos que
forman parte de este volumen. René Dávalos, con solo veintidós años, podía
describir de forma tan madura y reflexiva un tema muy común como el amor. Solo
ya eso lo convierte en un gran poeta que merece sin duda estar en todas las
antologías paraguayas e hispanoamericanas.
Otros
poetas seleccionados son Carlos Villagra Marsal, Renée Ferrer, Carlos
Colombino, Jorge Canese, Nila López, Amanda Pedrozo, Joaquín Morales y
Montserrat Álvarez. Todos ellos ofrecen un estilo personal y sin duda merecen
un estudio y seguimiento pormenorizado.
En
fin, esta antología nos presenta una parte fundamental de la poesía hispanoamericana,
el capítulo que faltaba por conocer.
C.D.L.
Otras noticias sobre la antología:
http://www.abc.com.py/edicion-impresa/suplementos/cultural/poesia-paraguaya-en-el-visor-1287839.html
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