viernes, 22 de febrero de 2013

Moby Dick

Herman Melville, Moby Dick, Alianza Editorial, 2010.
Herman Melville nació en Nueva York en 1819. Tuvo muchos oficios,  también fue maestro y marinero que saltó de barco en barco navegando por los mares de norte a sur, porque creía “que los hombres que han visto mundo adquieren, modales muy reposados y una gran serenidad en compañía”, para luego dedicarse a escribir sumarillosa obra: Moby Dick. 

Cuando solo se encontraba, perdido ante el destino, pensaba: “La fe, como un chacal, se alimenta de las tumbas, e incluso de las extensas dudas extrae su más vital esperanza”.  Navegamos con él en el Pequot, obedeciendo al orgulloso capitán Ahab hasta toparnos con la estela de Moby Dick, la estela de la muerte. Nos encontraremos con dificultades. Por más nobles que sean nuestros objetivos, un marinero nos dirá: “en este mundo compañeros, el pecado que paga su viaje puede viajar libremente y sin pasaporte; mientras que la Virtud, si es pobre, es detenida en todas las fronteras”. Melville murió 1891 acompañado de la pobreza y el olvido. Pero hoy su sombra es luz que no podemos perder. Nos dejó unas perlas y algunas les dejo aquí:
“Me parece que lo que llaman mi sombra aquí en la tierra es mi verdadero sustancia”.
 “Todas las cosas nobles están tocadas por melancolía”.
“El infierno es una idea nacida por primera vez de una indigestión con una tarta de manzanas”.
“Las memorias más profundas no ceden antes los epitafios”.
“¡Su único amigo es su más amargo enemigo!
“Su carne era dura, como la galleta que ha sido horneada dos veces”.“Un hombre sin ningún miedo era un compañero mucho más peligroso que un cobarde”
“¡Ah, qué duro eso de que, para encender a otros, la cerilla por fuerza haya de gastarse!”
“Jadeando y resoplando como un loco corcel de la batalla que ha perdido a su jinete, el océano sin dueño desborda sobre el globo”
“La ballena parecía un corpulento burgués fumando su pipa en una tarde tibia”.
“Al igual que la gran ballena, mantén, ¡hombre!, tu propia temperatura en todas la estaciones”.
“No tenía a nadie cerca de él más que a la misma naturaleza, y a ella tomaba por esposa en las inexploradas aguas, y ella es realmente la mejor de las esposas, aunque guarde tantos secretos temperamentales.”
“Debajo de su sobrero flexible, Ahab derramó una lágrima sobre el mar. Ningún sitio en todo el Pacífico contenía tanta riqueza como esa diminuta gota.”

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