martes, 2 de julio de 2013

José Luis García Martín, animador y desanimador literario

 Antes de conocer personalmente a José Luis García Martín, ya le iba conociendo a través de la lectura de sus poemas, de sus reseñas, de sus diarios (publicados los domingos en La Nueva España). Más tarde, invitado por José Ángel Gayol, me acercaría a la Tertulia Oliver que García Martín presidía los viernes por la tarde en un café, hoy día cerrado, de la calle el Rosal. Desde aquél entonces, no pararía yo de asistir a sus tertulias, eran ya para mí un nuevo hogar. Uno aprende mucho con José Luis García Martín.  Es un gran maestro para todos los que nos acercamos a escucharle. Con él se puede hablar casi de todo, hasta de fútbol.
José Luis García Martín, nació en Aldeanueva del Camino, Cáceres, el año 1950. Es poeta, crítico literario, diarista, editor, profesor de la Universidad de Oviedo y director de Clarín. Revista de nueva literatura. Y forma parte del jurado del Premio Príncipe de Asturias de las Letras.
Aunque es extremeño, de niño se trasladó con sus padres a Asturias para residir en Avilés. Años después se trasladaría a Oviedo, donde actualmente vive, trabaja y realiza toda su labor literaria.
Es un autor muy prolífico y uno de los críticos más respetados en España. Entre sus libros más recientes, podemos citar: Mudanza (2004), La aventura  (2011), Arena y nada. Poemas de vario tiempo y lugar (2011). En narrativa Las noches de verano (2011) y Enigmas con jardín (2012), entre otros.
En una de sus tertulias le había escuchado decir: “En literatura, como en cualquier otra actividad, todo lo que no es necesario estorba”. Tenía razón con este aforismo. Muchas veces me he preguntado qué sería de la literatura sin JLGM (como le gusta firmar), y de él sin la literatura. Sin duda alguna, hacen una muy buena pareja.

1- Eres crítico literario y poeta. ¿Crees que hay alguna dificultad en ser ambas cosas?

No sé si hay alguna dificultad. Sé que escribir reseñas, prólogos, participar como jurado en premios literarios, actividades todas ellas propias de los críticos, es algo que suelen hacer casi todos los poetas. La dificultad me parece que está en ser buen crítico o buen poeta, tanto si ambas actividades se dan en una misma persona como si no.

2- ¿Se puede ser un buen poeta y  un mal crítico literario?

Por supuesto. Pero resulta más frecuente que los malos críticos literarios, si además son poetas, sean malos poetas.

3- ¿Recuerdas a qué edad empezaste a escribir poemas?

Me imagino que a los trece o catorce años, cuando comencé a estudiar literatura en cuarto de bachillerato. Fui un lector precoz, pero no un poeta precoz. Recuerdo que el primer poema lo publiqué en la revista del instituto Carreño Miranda a los diecisiete años. Un compañero de entonces, al que me encontré años después, se lo sabía de memoria y me lo recitó. Era un villancico y decía más o menos así:
Lluvia fina, breve,
con alma de nieve.
Lluvia en los caminos,
desiertos, perdidos.
Lluvia por las calles,
desiertas, sin nadie.
En los campos lluvia,
lluvia y soledad.
En los campos lluvia,
lluvia en la ciudad.
Navidad.
Se ve que el tiempo de entonces en Asturias era muy parecido al de ahora.

4 - Para escribir buena literatura ¿es necesario tener mucha experiencia en la vida o solo es necesario devorar libros?

Son necesarias ambas cosas. Hace falta haber vivido y haber leído (no confundir con “haber bebido”).

5-  Hay una pregunta que has hecho a otros poetas en el libro Las voces y lo ecos, y que me gustaría hacerte a ti: « ¿Qué autores consideras que han influido más decisivamente en tu formación literaria? Con otras palabras, ¿en qué tradición poética te parece que se inserta tu obra?»

Supongo que el que más ha influido es Antonio Machado, el primero cuya poesía leí completa.  Todavía conservo el ejemplar de la colección Austral que compré a los catorce o quince años. Creo que se trata del primer libro de literatura adulta que compré con mi dinero. Luego están los clásicos españoles, especialmente Fray Luis de León y Quevedo. Y también Fernando Pessoa, leído algo más tarde. Y tantos otros.

6- La tertulia Oliver se realiza los viernes, lleva años. A ella va todo tipo de gente. Algunos la frecuentan durante un tiempo  y luego dejan de ir. ¿Crees que cuando uno deja de ir a la tertulia se aleja de la literatura? ¿Te sientes un animador literario?

Sí, tertulia lleva ya bastantes años. Comenzamos a reunirnos allá por 1980, cuando el mundo era otro y la mayoría de los contertulios actuales no habían nacido. Ha pasado mucha gente por ella y bastantes de ellos son poetas que tienen un sitio en la poesía española contemporánea: Víctor Botas, Xuan Bello, Lorenzo Oliván, José Luis Piquero, Pelayo Fueyo, Javier Almuzara, Silvia Ugidos, Marcos Tramón, Martín López-Vega… No todos los que se alejan de la tertulia es porque se alejen de la literatura. Unos lo hacen porque cambian de residencia y otros porque cambian de estado civil. Y algunos porque se cansan de mí, que hasta el momento soy lo único que no cambia.

7- Tengo entendido que los premios literarios para ti no son importantes, pero ¿te gustaría o crees que podrías algún día ganar el premio Cervantes?

No, no creo que lo pueda ganar algún día. No me veo yo de vieja gloria venerable. Yo he dicho más de una vez que me gustaría merecer todos los premios (soy así de vanidosamente ambicioso) y no ganar ninguno. Lo primero lo tengo difícil, pero lo segundo creo que, con un poco de esfuerzo y algo de suerte, voy a conseguirlo.

8- ¿Cómo describirías a Pablo Neruda y a Jorge Luis Borges, dos poetas contemporáneos que parecen opuestos? ¿Qué crees que tienen en común?

Tienen en común lo más importante: ser grandes poetas.  Yo admiro a ambos, pero de Neruda me quedo con el diez por ciento de lo que escribió, mientras que de Borges lo aprovecho todo.

9- Alguna vez he leído, no sé si en tu diario o en algún artículo tuyo, que no te gusta leer novelas. ¿Es cierto? ¿A qué crees que se debe?

Con las novelas he disfrutado mucho, desde aquella lectura absorbente de Dos años de vacaciones, de Julio Verne, la primera novela que me entusiasmó, hasta Proust o Simenon. Le tengo mucho cariño a Stendhal y a Galdós, a Tolstoi y a Eça de Queiros y a muchos otros (y a alguna otra) que me dieron tantas horas tan felices. Pero últimamente las novelas me aburren cada vez más. Incluso las novelas negras que antes leía con tanto gusto. Ahora prefiero esperar a que hagan la película. Las novelas de entretenimiento no me entretienen y las otras me parece que están sobrevaloradas. Bueno, también hablo siempre mal de las novelas porque es el género porque el más apuestan los editores y los críticos y a mí me gusta llevar la contraria.

10- Sabemos que eres un aventurero, un gran viajero que escribe en su diario sobre todo aquello que descubre. Has visitado muchos países y ciudades, y algunos de Latinoamérica. Pero Paraguay no, ¿alguna vez tiene prevista hacerlo? Creo que tendrías mucho que contar sobre ese país, ¿te gustaría visitarlo?  

Si piensas que soy un gran aventurero es que me conoces poco. Soy la persona más rutinaria del mundo. Lo que ocurre es que pienso que las ciudades pequeñas hacen las mentes pequeñas y yo siempre he vivido en una ciudad pequeña. De vez en cuando me doy una vuelta fuera para evitar ese efecto de provincianismo. Pero lo que más me gusta es volver. Y hacer lo mismo todos los días. Por supuesto que me gustaría visitar Paraguay y espero encontrar en algún momento un pretexto para hacerlo.

11- ¿Alguna recomendación para los que empiezan a escribir poesía?

Que lean cien poemas de otros tantos grandes poetas antes de escribir uno propio. Y que rompan mucho (o que den a la tecla de borrar sin piedad alguna por sus ocurrencia versificadas). Una buena norma es eliminar nueve por cada diez que escriban (aunque, en algunos casos, mejor sería que la aplicaran al revés: que borraran diez por cada nueve que escribieran). Yo creo (aunque estas son cosas que no se deben decir en público) que al joven poeta (lo mismo que al que ya no es joven) no hay que ponerle las cosas fáciles. Poetas siempre ha habido demasiados. Lo que suele escasear es la poesía. Poner obstáculos es lo más pedagógico y beneficioso socialmente que se pueda hacer. Para que solo persistan los mejores y el resto se dedique a otras actividades menos enfadosas. Lo malo es que los que persisten, inasequibles a cualquier desaliento, solemos ser los peores.


4 comentarios:

  1. Muchas gracias por esta entrevista, amigo Cristian. Y espero que lo de "animador" se refiera a los buenos poetas y "deaanimador" a los otros, que son legión.

    JLGM

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. A veces son los malos poetas quienes necesitan un animador para mejorar.

      Eliminar
  2. Felicidades, Cristian. Buena entrevista. Me alegra tener alguna responsabilidad en vuestro encuentro. Y felicidades a Martín, de quien guardo una nostalgia incomprensible para muchos menos para mí. Espero veros en alguna tertulia de los viernes. JAG

    ResponderEliminar
  3. "The Funny Penguin and His Dirty Comrades", Editorial Problemas Anales, 2014.
    Una obra im-prescindible...

    ResponderEliminar