viernes, 23 de marzo de 2012

Un poema para el viernes

Vengan :
los que no aprietan el dentífrico por el medio,
ni cruzan los pasos de peatones en diagonal,
los amantes del vino y la poesía,
los que se bañan para dormir,
y tienen una mujer con quién soñar,
los que se han enamorado más de una vez,
los que se han caído de la bicicleta
y se han vuelto a levantar sin chistar,
los que se ríen de sí mismos
porque andan con el corazón roto,
los que nunca esperan al tiempo,
pero sí por el SÍ de una mujer…
vengan todos ustedes
(los mayores de 16 años)
que el partido ya empezó
y la cerveza ya está fría para tomar.

CDL 23/03/12

viernes, 16 de marzo de 2012

Frutas de Jardines ajenos VIII

Un ladrón es un financista impaciente.
                Rafael Barrett

Lo que nos hace inferiores a las mujeres
consiste en que no podemos poseerlas sin desearlas.
                Rafael Barrett

La vida es un instante. No me explico
por qué esta noche no se acaba nunca.
                Luis Alberto de Cuenca

Mi corazón esta donde ha nacido.
                Antonio Machado

Solo los dioses pueden prometer, porque son inmortales.
                Jorge Luis Borges


No he de llorar la muerte del que vive
en el vasto recuerdo colectivo.
                Eloy Fariña Núñez


Hoy es ceniza lo que ayer fue brasa.
                Eloy Fariña Núñez


Qué fuerza tienen los pobres: todo el día segando
con sólo un limón y un par de algarrobas, y nunca se mueren.
                José Sanchis Sinisterra

lunes, 5 de marzo de 2012

DEFINICIÓN DEL ESTUDIANTE

He leído con mucha atención el discurso que Pedro Salinas pronunció cuando estaba de profesor en la Universidad de Puerto Rico. Se titula Defensa del estudiante y estaba inédito hasta que Natalia Vara Ferrero lo ha publicado en la Editorial Renacimiento. En su discurso se pregunta el gran poeta y crítico: “¿Qué es un estudiante?” La respuesta que merecería inscribirse en la entrada de cualquier centro de estudios. Dice así Pedro Salinas:
 “Un estudiante es un hombre que tiene fe en que por medio del estudio y de la ampliación de sus conocimientos va a mejorar y enriquecer su naturaleza humana, no en cantidad, sino en calidad, va a hacerse más persona, mejor persona y a cumplir mejor su destino, va a entender mejor los problemas del hombre y el mundo. El que toma el estudio como vía de acceso a beneficios de imprevisible grandeza, y no a la posesión de una habilidad que le permita ganar dinero”. 
Nos aclara luego que lo que debemos fomentar en el estudiante es “ese valor vital de la cultura, esa fe en su capacidad para elevar la naturaleza del hombre. No tiene que destacar el propio saber, sino el respeto, la confianza que se deposita en el saber”, ya que “la formación del estudiante constituye un acto de altruismo y no de egoísmo”.
CD.

sábado, 3 de marzo de 2012

El futuro está en los campos

     “El futuro está en los campos”, se oye a menudo decir a la gente cansada de tanto buscar el progreso en las ciudades. Sí, podría ser verdad. Quizás tengan razón, quizás debamos volver al campo. Deberían volver principalmente los buenos profesores, los ingenieros, los técnicos ambientales, en fin, los intelectuales.
     Volver allá al fondo, donde aún la noche se adorna con el brillo natural de la luciérnaga, que imita a las estrellas; volver allí donde apenas llega la electricidad. No para trabajar el campo, arando o plantando maíz, algo que tampoco sería malo, sino para trabajar formando a los que labran la tierra, y a los hijos y a los nietos de éstos. Hablarles de las ciencias, de qué están hechas las plantas que los alimentan, enseñarles que los vegetales son también seres vivos que necesitan cuidado, y que al cuidarlos nos cuidamos también nosotros. Enseñarles la manera de administrar los bosques y la forma de abonar la tierra para que tenga una producción equilibrada, para que pueda proporcionarles alimento durante mucho tiempo. Enseñarles a salir de la caverna de la que hablaba Platón, para que vean la esencia de las cosas, de lo mejor que ellos tienen: la naturaleza. Y a los jóvenes hacerles saber que cultivar el saber también es un trabajo duro. Tal vez así se pueda dar una oportunidad a esa mayoría que ve su porción de tierra ya sin aliento, seca, y proporcionarles ideas de cómo volver a darles vida, que sean como el médico que con solo mirar al paciente sabe ya el remedio. Al menos así dejarían de desangrar la tierra de una vez, para luego abandonarla y a la larga convertirla en desiertos.
     Capacitando, formando a las personas de mi país, principalmente a la que trabaja en el campo, evitaríamos repartir cada cinco años los bosques vírgenes, pulmones de nuestra vida. ¿No sería conveniente examinar a cada persona sobre el conocimiento que tienen del manejo de la tierra antes de entregársela?
C.D.
03-03-2012