martes, 16 de noviembre de 2010

ENCUENTRO

Tropezaron sus miradas en el pasillo y por un instante todo se iluminó, frotó sus pestañas y volvió la vista hacia ella – la nueva vecina – unos ojos negros e infinitos le hablaron en un tono extranjero que tenía algo de belleza sudamericana, y unos colores de frutas, exactamente naranjas y melocotones se retrataban en su blusa.


Él olvidó sus palabras y los colores de las frutas pero esa mirada siguió flotando en su mente dos horas después de que se vieron.

- ¿Por qué no la seguí? – Se quedó preguntando mientras se fumaba un cigarrillo en la terraza. – Podría ser ella, quizás fuera ella la de los sueños que vengo teniendo, que me persigue ya desde que tengo cinco años – La llamada de un teléfono lo desconectó de ese pensamiento.

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