miércoles, 14 de agosto de 2013

Alba González Sanz, la ciudad y la poesía

Todos tenemos una ciudad en la que nunca estuvimos, pero a la que cada noche soñamos atravesar. Algo así decía el poeta Martín Lope-Vega: “todas las ciudades tienen un río que las atraviesa en sueño.” La poeta Alba González Sanz en Apuntes de espera habla de Madrid, esa ciudad “donde el mar no se puede concebir” como diría Sabina; recuerda a Lisboa, recuerda a la ciudad en el buen sentido de la palabra.
Alba González Sanz nació en Oviedo, el año 1986. Es licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de Oviedo. Ha publicado los libros Apuntes de espera (2010), XI Premio Gloria Fuertes de Poesía Joven, y Parentesco (2013).  En 2006 creó la asociación cultural Hesperya. Recientemente ha sido incluida en la antología Entre sin llamar (2013).
En los poemas de Alba González Sanz siempre hay una ciudad donde “nada vivo queda” salvo el amor, “donde los niños / regresan solos del colegio”, donde la lluvia golpea “con el fervor de un cincel segando piedras”, donde ferrocarriles fantasmas nos “separan del suelo”. A esa ciudad nadie pertenece, y sin embargo todos, de alguna manera, pertenecemos. “Esa ciudad que no nos necesita”, mientras dormimos, es la única que nos mira y alimenta nuestros sueños…
Pero a veces la ciudad carece de voz. Alba González Sanz le ofrece la suya. Su cálida voz canta a la ciudad, le da vida y sosiego.
La ciudad de alguna manera nos educa, también nos convierte en gatos astutos. En ella aprendemos a sobrevivir. La ingenuidad en ella es flor de un solo día.
Alba González Sanz cree que “quizá la muerte se parezca a amarse”. Amarse a uno mismo, amarse los unos a los otros. Amarse hoy porque la ciudad puede que mañana nos haga olvidar muchas cosas, hasta de dónde venimos…

1- Aparte de la poesía, ¿qué otros géneros literarios cultivas?
Siempre me ha interesado la prosa pero, hasta ahora, en el sentido del diario o –cosa laboral– de la escritura académica. En todo caso, la escritura es para mí una cuestión amplia en la que los textos van revelando su pulso y su respiración en función de lo que se desee contar o cantar; aunque sí es cierto que me ha preocupado más la poesía desde que tengo memoria. En los últimos meses, sin embargo, estoy explorando la narrativa con pies de plomo.
2- ¿Utilizas mucho las redes sociales? ¿Qué piensas sobre esas herramientas informáticas? ¿En qué sentido crees que favorecen a la sociedad y en qué sentido no?
Utilizo bastante aquellas que me parecen útiles o que se han incorporado a mis hábitos de entretenimiento: por ejemplo, uso mucho Facebook pero el Twitter lo abandoné por aburrimiento. Ya que las has llamado herramientas, llevo por ahí mi reflexión: mientras desempeñen adecuadamente la función que les quiero dar y resulten de ayuda, a mí al menos me sirven (no me atrevo a decir lo que le serviría o no a la sociedad como conjunto). Como con todo en Internet, hay que tener cuidado con las trampas y el barullo, el ruido entre tanto acceso posible a la información, pero esa prevención vale para otros soportes y lenguajes, aunque hoy parece que lo hayamos olvidado.
3- ¿Cómo se te ocurrió el título de Apuntes de espera y el de Parentesco, tu último libro?
Empiezo por Parentesco que lo tengo más próximo: por la temática del libro, trabajaba con la idea de lo genealógico y lo familiar, con el tema antropológico de las estructuras del parentesco. De hecho, hay un poema titulado “Estructuras imaginadas del parentesco” que durante tiempo fue el título general del conjunto. Una buena amiga me convenció de que dejase nada más la palabra, como un talismán, y creo que fue un acierto. En el caso del primer libro, el título salió de pronto trabajando con ideas sobre el diario, el viaje, el relato… Se trató de dar la vuelta a lo que tenía: en lugar de diario, apunte; en lugar de viaje, espera. Es un libro breve con textos que esperan a la persona amada mientras está fuera, lejos, y el título una vez pensado, encajó.
4- En Apuntes de espera, la mayoría de tus poemas no llevan título. ¿A qué se debe?
Por lo que te comentaba de anotaciones, apuntes, al hilo de un mismo conjunto, los números romanos me resultaban más atractivos: marcan la temporalidad, que es la sensación que quería destacar. Los que tienen título es probablemente porque lo tenían antes de que los insertara en el poemario.
5- Entre tus poemas encontramos citas de canciones, de cantantes como Quique González e Ismael Serrano. ¿Encuentras inspiración en la música? 
Inspiración en el sentido del texto, sí. Es decir, los dos autores que has citado me interesan (o interesaban, en el caso de Ismael Serrano) en tanto que hacedores de canciones que tienen para mí el mismo efecto que el poema, amplificado y canalizado a través de lo musical, claro, que le da otra dimensión. No soy melómana pero sí obsesiva y la música tiene la virtud de encajarle bien a esa necesidad de escuchar aquello que provoca ese placer para mí mágico que da el sonido (y digo mágico porque su funcionamiento en lo técnico se me escapa por completo).
6- Yo suelo leer dos libros a la vez, uno de poesía y otro de prosa (novela, cuentos, ensayos). ¿Lees tú también más de un libro a la vez?
Simultaneo por obligación, no por placer: por un lado van las lecturas de la tesis doctoral y, por otro, la literatura. En esta última, suelo preferir ir en orden, dedicarle a cada texto toda mi atención mientras estoy con él. 
7- ¿En qué momentos sueles escribir?
Si por escribir te refieres a sentarme delante del papel a ejecutar un poema, no sabría responderte. Soy de anotaciones, de apuntar ideas, de observar. Eso a diario. Después, en algún momento, el cuerpo sabe que toca convertir eso en materia si no ordenada, al menos con algo más de entidad que el verso suelto o el mero apunte. Cuando llegan esos momentos, esa necesidad de escribir en condiciones, paralizo todo lo demás para ello al menos hasta que logre el objetivo propuesto (sea un poema, cuatro, o diez).
8- ¿A qué poeta gustaría parecerte en tu obra?
Me cuesta escoger. No me gustan las listas de favoritos. Las considero injustas. Te diría y espero que no suene excesivo, que más que parecerme a alguien en la obra, me gustaría parecerme a poetas que admiro en la coherencia y la propuesta vital. Eso me haría más feliz, retrospectivamente, que una comparación en nota al pie con algún gran nombre que admiro. Yo leo, aprendo y escribo. Mucho se filtra en la escritura, claro, pero el esfuerzo es siempre encontrar los tonos que expresan la propia voz, incorporando con respeto y admiración aquello que otras voces me han enseñado en sus textos. Pero a nivel de parecidos prefiero lo humano porque escoger un solo nombre en lo poético no se ajustaría a mi manera de entender ni la vida ni la literatura.
9- Hay un aforismo de Anthony de Mello que dice: «el amor beneficia más al que ama que al que es amado». Si tuvieras que elegir, ¿qué preferirías, amar o ser amada?
He de confesar que les tengo cierto reparo a las frases sentenciosas que parecen esconder verdades absolutas, sobre todo cuando se mueven en los términos de la paradoja. Me gusta una  cita de Camus, en este asunto, que dice “Si bastara con amar, las cosas serían demasiado sencillas” (cito de memoria, en todo caso pertenece a El mito de Sísifo). Entiendo el amor (si es que eso es posible) como algo circular en lo que amar y ser amada son hasta cierto punto indistinguibles si nos referimos a la relación de pareja.
10-¿Te has preguntado alguna vez qué sería del ser humano sin literatura? ¿Crees que los que nos dedicamos a esta actividad nos podríamos dedicar a algo mejor? ¿Crees que la literatura, y sobre todo la poesía, es una necesidad vital?
Voy a responderte yendo a mi experiencia porque creo, de nuevo, que es desde donde puedo hablar con algo de tino. No quiero pensar al ser humano como especie sin imaginación expresada a través de lo artístico, de lo original y de lo creativo. Creo que, en todo el horror que puebla la historia y la vida, eso es tan definitivo y tan humano que si no, seríamos otra cosa, máquinas o muertos andantes. Ahora bien, perdido el sentido de lo popular en la creación, elevados los asuntos de literatura a torres de marfil y plantado el campo de batalla de las filias y las fobias, efectivamente pienso que para ese viaje no hacen falta alforjas. Para mí la escritura (y la lectura) es una necesidad porque es mi forma no tanto de expresión (que ahí el empeño lo tendrán que valorar otras personas) sino de pensamiento y mediación con el mundo. Por eso la considero necesaria en mi caso, porque no sé ser sin ella. 
11- Si te ofrecieran un trabajo para enseñar Literatura Española en un país sudamericano, como por ejemplo, Paraguay, ¿aceptarías? ¿Conoces algo de la literatura de ese país?
Pues tal y como está España, me temo que no nos va a quedar otro remedio a muchas de las personas que nos estamos formando en ese sentido. No puedo hacer apuestas pero intuyo que si para hacer algo que me apasiona me tengo que cambiar de continente y las condiciones personales y materiales son las adecuadas, creo que lo haría. Y sobre literatura paraguaya, lamento confesar que más allá de Augusto Roa Bastos, desconozco a otras autoras o autores.


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