miércoles, 24 de junio de 2015

Hotel Origen


            El poeta Javier Vela (Madrid, 1981) con su reciente libro de poemas Hotel origen (Pre-Textos) ganó el XV Premio de Poesía “Emilio Prados” y suma un galardón más en su haber literario.
            Hotel Origen está dividido en tres secciones, en total contiene 86 poemas, la mayoría de amor. La protagonista principal es Amara (un nombre ya simbólico). A ella es quien a se cita constantemente en los poemas. Se la describe cantando, envuelta en una toalla, mientras completa un crucigrama, en sus diversos estados de ánimo: “Amara se impacienta: su corazón anhela / mareas de invierno en playas de verano”. Amara es “la contraimagen de la muerte”.
            El lector llega a preguntarse por qué no se  ha puesto como título del libro el nombre de Amara. Tal vez porque los poemas fueron escritos en un hotel, mientras el poeta estaba en compañía de Amara. En el último poema, nos dice que Amara se ha marchado mientras él dormía. Pero no se ha ido del todo. “En la almohada atisbo una pestaña: / en ella sigue Amara”, nos dice en los versos que cierra el libro.
Aunque los poemas sean de amor, Vela no cae en el patetismo ni en lo cursi, ese es uno de sus méritos. Ha sabido hablar de un tema tan recurrente, del que todo parecía haberse dicho ya. Sin abusar y recargar los versos con la palabra “amor”, las historias e imágenes de cada poema sugieren un amor nuevo, recién vivido, recién dicho.
Hotel Origen canta al amor y a la mujer, como tantos otros poetas antes, pero de manera distinta. Aquí les dejo un poema del libro:


Mujer, agua dormida,
imagen afluente:
lago en que se desborda mi deseo,
venero que me adensa y me contiene,
dame tu sal, desátame;
sácame del marasmo de las ideologías;
líbrame de las hordas egotistas,
dame valor
y miedo.


sábado, 20 de junio de 2015

Estamos todos en pecado


Antes de dormirme suelo leer un poco, dicen que eso es bueno para que el subconsciente tenga algo que soñar. Quizás toda la literatura está hecha de sueños, o al revés, los sueños están hechos de historias ―a las que luego llamamos literatura― contadas a los niños de generación en generación. Hace unos días, antes de irme a la cama, leí unos poemas del poeta alemán Bertolt Brecht. Y durante toda la noche soñé con unos versos suyos que se repetían en mi memoria. La voz que recitaba no era mi voz (suelo leer en voz alta, sobre todo poesía), sino la de unos niños que tenían todos el mismo rostro, sucios y esqueléticos, con las cuencas de ojos vacías. Los versos decían: “Las parejas / van a la cama. Las mujeres jóvenes / parirán huérfanos. / parirán huérfanos, huérfanos…”. No había forma de callar esas voces. No podía despertarme de esa pesadilla.
Al día siguiente empecé a murmurar sin darme cuenta esos versos y pensé en la niña paraguaya embarazada, pensé en las miles de niñas violadas y embarazadas durante estos últimos años, y no pude evitar recitar aun con más fuerza esos versos de Brecht. No pude callarme más. Era la rabia la que recitaba. Era la impotencia la que recitaba. “Las niñas van a la calle / parirán huérfanos / parirán huérfanos”, repetí.
¿Cuántas niñas huérfanas paren a niños huérfanos en mi país? El caso que se conoce ahora en todo el mundo es solo uno de los miles que no salen a la luz, que la gente misma olvida. Los violadores se pasean con la conciencia tranquila por las calles de mi país y nadie hace nada. La gente misma prefiere muchas veces mantener oculto un caso así, porque tal vez creen que es algo natural. A veces creen que es algo vergonzoso, la vergüenza es el silencio. No saben que es un delito, aunque la justicia paraguaya se mantiene ciega ante estas situaciones. Solo actúa cuando un organismo internacional le dicta que “esto es un delito y hay que encarcelar al culpable”.  
Si no sabemos defender a nuestras niñas, ¿cómo podremos defender nuestro país? De ser patrióticos nos ufanamos y destruimos la infancia de nuestros hijos. ¿Quién defenderá a nuestros niños si nosotros mismos dejamos que el lobo viva entre nosotros? Debemos castigar con toda la fuerza de la ley a los que cometen estos delitos para que no se repitan más. No debe haber impunidad para los pederastas. No podemos callarnos. La gente no sabe que su silencio, su falta de protesta también es un delito. El verdadero pecado no es el aborto, sino el dejar que los violadores sigan violando con toda impunidad. Demasiada tolerancia es nuestro pecado.
El verdadero pecado es dejar que nuestras niñas tengan miedo. Si siguen así, acabarán odiando a sus propios hijos huérfanos, y al final ellas también abandonarán a sus hijos. Hijos que crecerán sin el amor de la madre. Los hombres violan a las mujeres porque no recibieron mucho amor de sus madres, porque no aman a sus madres, porque no son hijos de verdad.



martes, 16 de junio de 2015

Una infancia heroica

            
           

Este sábado volví del cine como si hubiese regresado de mi infancia, de la infancia latinoamericana, claro. Conducta, la película cubana de Ernesto Daranas, nominada al Goya en el 2014 como Mejor película hispanoamericana, para mi suerte, se sigue proyectando en los cines españoles. Este filme nos muestra la vida de Chala (Armando Valdés Freyre), un niño de once años que trabaja criando palomas y amaestrando perros de peleas para mantener a una madre alcohólica y drogadicta; un niño valiente que acude a la escuela con todo ese mundo marginal y violento en el que vive. Pero como en casi toda Hispanoamérica, la casa suele ser un infierno, y solo un lugar es el paraíso del niño, la escuela. Es allí donde Chala encuentra la luz, la bondad, la solidaridad, la amistad, la esperanza en un futuro que se ve incierto, y el amor, el estar enamorado le ayuda a olvidar el mundo miserable que le rodea. ¿Cómo no sentirse identificado con ese niño que se emociona ante Yeni (Amaly Junco), la compañera que le gusta? ¿Cómo no sentirse identificado con ese ambiente escolar, donde se juega al amigo invisible por el día de la amistad, al partido de fútbol en el patio de la escuela? Todas esas cosas son un paraíso para Chala. Es difícil no  volverse a mirar, cerrar los  ojos a esa realidad que me es tan cercana, que solo ayer viví y que muchos de los niños paraguayos, argentinos, cubanos, etc. padecen aún hoy. La historia de los niños de la calle que nos relata Daranas parece sacada de un cuento de Charles Dickens.
            Conducta tiene un transfondo moral. Con las figuras de la madre soltera, alcohólica, maltratada, y el hijo que crece en ese mundo turbio, nos descubre una realidad dolorosa, ignorada, que de alguna manera se critica en esta película. Solo la escuela parece ofrecer una salida, una esperanza. Sobre todo la figura, el apoyo incondicional de la maestra Carmela (Alina Rodríguez) ―que lucha por sus alumnos como si fueran sus propios hijos― nos enseña ese amor que nos abre los ojos más escondidos de nuestra conciencia, nos mejora como persona. Carmela encarna la figura de una mujer luchadora, que quiere que sus alumnos no falten a la escuela, que se enfrenta a los burócratas que ponen travas y más travas a una sociedad desfavorecida. En ese mundo, Carmela quiere seguir enseñando hasta que no le queden fuerzas para caminar. Maestra que prefiere teclear en máquina de escribir, porque le gusta que las palabras suenen. Quien cree que no lleva tanto en la escuela. “Yo doy clase aquí desde antes que tú  nacieras”, le dice a la supervisora que la quiere echar, quien le responde: “A lo mejor ha sido demasiado tiempo”. Pero Carmela le contesta: “No tanto como los que dirigen este país”. Esta frase de la maestra resume tal vez un cansancio de tanta miseria.
            Cuánto salimos ganando al ver una película como Conducta. Desde el primer minuto nos sentimos cautivado por las imágenes de los tejados, las calles con los Chrysler viejos, los trenes de otros tiempos, la gente, en fin, por La Habana. Pero lo que más impresiona es el drama social que se relata en la película. Desde la primera escena se mantiene la tensión del público sin dejar de emocionarnos.
Una película demasiado buena para ignorarla, para dejar de verla.


Trailer


sábado, 6 de junio de 2015

LATAS VACÍAS


Paraguay 2014 – Color 74 min.
Dirección: Herib Godoy
Guión: Herib Godoy con la colaboración de Néstor Amarilla Ojeda
Producción: Miguel (Kavi) Rodríguez
Fotografía: Herib Godoy
Montaje: ONG Sociedad Cultural
Música: Mauro Acosta, Dani Rodas
Efectos visuales: Francisco Philiponi
Protagonistas: Aníbal Ortiz, Máximo Florentín, Antonia Florentín Medina, Miguel Rodríguez, Blas Filartiga, Arturo Ortiz, Fátima Oviedo, Sergio Cardozo, Dani Gamarra y otros.


La magia de Latas vacías

Como cuando era un niño y me sentaba con otros niños junto al fuego para contarnos historias de Pombero, de plata yvyguy (tesoro enterrado). Así me he sentido al ver la magia de Latas vacías. El miedo de cuando éramos niños, un temor ingenuo que ahora aflora en mi memoria, pero que en todo caso nos lleva a la infancia paraguaya, ese mundo irrecuperable. 
Latas vacías tiene como argumento principal la leyenda del plata yvyguy. Según la creencia popular, se trata de tesoros enterrados durante la Guerra de la Triple Alianza (1865-1870) por los soldados paraguayos, cuyas almas son los celosos guardianes de dichos tesoros.
Es verdad que en algunos momentos, Latas vacías se acerca un poco a las historias que narraba la serie Sombras de la noche, donde el eje central era lo sobrenatural de las leyendas paraguayas. Aún así Latas vacías no deja de sorprendernos y de cautivarnos. Aunque el público paraguayo sabe ya de antemano de qué va a tratar la historia, la vida de Alfonso (Aníbal Ortíz), que pierde a su familia y a su hermanito, al que quería ofrecer un futuro mejor, nos conmueve. Porque este largometraje nos habla de esperanzas y de sueños. Una historia con una moraleja: se deja entrever el destino del hombre bueno y honrado, que encarna, en este caso, Alfonso, el protagonista que trata de sobrevivir recolectando en un vertedero latas vacías. Su suerte huye de él cuando Alfonso la persigue, pero viene a él cuando es Alfonso el que se aleja de ella. Cosas de la vida.
Hérib Godoy ha sabido contarnos una historia antigua y viva con una originalidad que sin duda le ha consagrado como toda una revelación. Mezcla lo real con lo maravilloso, los sueños con la vida.
Con Latas vacías el cine caaguaceño se presenta como una muestra más de las cosas maravillosas que se pueden llevar a cabo. Tenemos potencial y Latas vacías lo demuestra con creces.
            Lo que destaca de este film es la forma con que se cuenta la historia. Todos los detalles están bien colocados, no parece que sobre nada. Un historia sencilla, redonda, con un final feliz. El protagonista, Alfonso ha sabido interpretar su papel, convence a los espectadores. Es un soñador como muchos paraguayos. Pero no un soñador codicioso. Solo quiere tener una vida dichosa, tener una casa, una familia. Un personaje que retrata al paraguayo que quiere salir de su pobreza, de su vertedero y pese a todo acaba siendo un afortunado.
            En Paraguay, la gente es experta en encontrar tesoros en los vertederos. La genialidad siempre estuvo en esta tierra. Los seres potenciales saben arreglarse con lo poco que tienen para crear una bella obra. Pensemos por ejemplo, en “Sonidos de la tierra”. Espero que Latas vacías sea el principio de un gran futuro cinematográfico. Ningún paraguayo debería dejar de verla.


Cristian David López


Trailer oficial de Latas vacías





           

miércoles, 3 de junio de 2015

Poetry Slam Oviedo

El sábado 27 de mayo, había participado en el “Poetry Slam Oviedo”, recital poético organizado por Llamazares Miguel, excelente músico y creo que también escribe poesía. Era la primera vez que asistía en algo parecido, en el que íbamos leyendo uno a uno nuestros poemas y luego los jurados votaban al que creía mejor. En verdad, fue muy divertido. Me lo he pasado de maravilla. La presentadora, carismática, supo captar la atención del público hasta el último momento.
El recital fue en el bar Per Se, un lugar especial para escuchar poesía y compartir entre amigos.
Me gusta que estas actividades se realicen en Oviedo. Que la poesía alce su voz, se haga escuchar y que deleite, que entre en la vida de las personas. Sin duda, da gusto un sábado así.  
A continuación les dejo el vídeo de mi lectura. El primero es la del poema "Víctor", el segundo, "Pat Garrett".




Tratado de identidad

  
   Un mes estudiando para los exámenes. Metiendo en mi pequeño cerebro datos, nombres, fechas, definiciones y rasgos fonéticos y versos y políptotos y  polisíndetons y ¡ah! muchas otras cosas que ya he olvidado y que tal vez nunca me habrían servido para sobrevivir en este mundo.
Después de tantos días de empollar, descubro que subí de peso casi cinco kilos. Los números no mienten, tal vez es la sabiduría la que pesa. Sí, señor. Menos mal, que a partir de ahora puedo dedicarme a beber literatura pura, como Tratado de identidad (Oblicuas, 2014), el nuevo de libro del joven poeta Miguel Floriano.  
Sin duda alguna, a Floriano, como a todo poeta, le gusta jugar con las palabras. Es una forma de descubrir lo que está oculto en la hoja en blanco, en la mente en blanco. Descubrimos en estas páginas poemas de amor y poemas que hablan sobre la propia poesía y la palabra, es decir, el acto del lenguaje; otros, los que más destaco, son irónicos, como este que copio a continuación:

IV. La madre
            Mother do you think they’ll drop the bomb?
            Mother do you think they’ll like this song?
            Mother do you think they’ll try
            to break my balls?
            Pink Floyd

Ya está bien. No te has comido
las lentejas –y eso que mira, hoy les eché
esa morcilla que siempre dices que no tienen,
que les falta–. Ya no sé
qué darte de comer, todos los días
arroz o pasta, nada más. Ni siquiera
te gusta el estofado. Tu cuarto,
para colmo, hecho una auténtica
leonera. Con esta vida que
llevas, hijo mío, no es posible
convivir: como no cambies dejaré
de comprarte libros de poesía.
  
           

            Es solo una muestra de las piezas valiosas que guarda Tratado de identidad. Un libro que hace que valga la pena tanta espera para leer literatura.