De mi último viaje a Paraguay, en
el 2013, traje algunos libros. No he tenido mucho tiempo de ponerme a leerlos.
Los voy sacando a la luz poco a poco. Algunos de ellos todavía con el
envoltorio puesto, como el que acabo de leer, La suela (Criterio, 2006), de José María Rivarola Matto (Asunción
1917 – 1998), libro póstumo, publicado por su hijo Manuel Rivarola Mernes.
No conocía ninguna obra de
Rivarola Matto. La suela, aunque sea
una obra póstuma a la que seguramente el autor querría darle algunos retoques
antes de verla impresa, tal vez sea un buen inicio.
En uno de
los textos introductorios, Manuel Rivarola Mernes señala que en esta obra
Rivarola Matto “con un lenguaje festivo, picante y audaz, trata el drama o la
tragedia de la sociedad paraguaya”.
La novela
está divida en cuatro partes. Narra la historia de Don Cayetano: su vida
familiar, sus sueños, sus luchas por adaptarse, por entender una sociedad
paraguaya desconocida para él, porque es de origen italiano. Había entrado en
Paraguay, como Rafael Barrett, por Villeta. (Cierto parecido entre el
protagonista y el gran escritor español podemos ver en el afán por buscar un
mundo en el que poder realizar la vida soñada). Empezó trabajando en el monte, talando
árboles, como se dice en Paraguay, sacando rollos, y después se decidió abrir
una zapatería a la que llama “La suela”.
Los
personajes de esta novela no tienen una profundidad psicológica muy marcada,
como los que podríamos encontrarnos, por ejemplo, en La babosa, de Gabriel Casaccia. Son personajes más superficiales.
Parece que el autor buscaba dotarlos de unas características más o menos
caricaturescas. Tampoco se menciona el lugar exacto donde transcurre la
historia. Aunque nos da a entender que no queda lejos de Asunción. Quizás lo
que Rivarola Matto quería con esto era criticar a la sociedad paraguaya,
generalizando. Es verdad que resulta bastante explícita la crítica a los
políticos, también a los representantes religiosos y a la justicia. Todos ellos
aparecen con un cinismo y una hipocresía evidentes.
La novela empieza in media res, con la muerte de Héctor,
el hijo de Don Cayetano, para el que deseaba una formación y un futuro
sobresalientes. Al menos, mejor que la
que tuvo su padre. La narración continúa para contarnos los inicios, los
orígenes de Cayetano y su hijo Héctor.
El final de la primera parte
vuelve de nuevo en el presente, con el cuerpo de Héctor en los brazos de su
padre. Las desgracias perseguirán al protagonista durante toda su vida. Primero
con la muerte de su mujer, al nacer su hija Ester, y luego la de su hijo
Héctor, para el que deseaba un título de doctor, el viejo sueño que desea toda
familia paraguaya.
A partir de la segunda parte, la
trama se centra en el futuro de Ester, enamorada del verdulero Pedrito. Es una
hija que crece sin la madre, bajo la protección y la libertad que le otorga el
padre.
Al final, nos quedamos con las
ganas de saber, como el mismo protagonista, por qué murió Héctor. Solo podemos
ver a su hijo como una víctima de una bala del poder contra un ciudadano. Un
hecho que queda impune.
En cambio, la aventura amorosa
entre Ester y Pedrito termina en boda. Este final se deja entrever ya mucho
antes del capítulo final. No nos sorprende. Por eso, esta historia de amor
juvenil no es lo más destacado de la novela –al menos en mi opinión–, sino los
comportamientos de algunos personajes secundarios, como el Dr. Madruga T., que
encarna y describe perfectamente las actitudes de desvergüenza de los políticos
que pululan en el poder. Estos detalles hacen que la novela brille de otra
manera y merezcan la pena su lectura.