jueves, 20 de marzo de 2014

Susy Delgado, una voz junto al fuego

Susy Delgado (San Lorenzo, 1949), de las poetas paraguayas que escriben en guaraní,  es quizá la más conocida fuera del Paraguay. Su poesía, su canto reivindicativo de la lengua de su infancia, ha traspasado fronteras, siendo traducida a otros idiomas.
La voz de Susy Delgado se fue formando en el terruño familiar, en el campo (o en “la campaña”, como se dice en Paraguay), junto al fuego. Hoy es una de las poetas más reconocidas, maestra de muchos poetas en lengua guaraní.  
Susy Delgado es Licenciada en Medios de Comunicación por la Universidad de Asunción. Trabajó como columnista en Hoy, La Nación, y en otros periódicos paraguayos. También encontramos sus colaboraciones en revistas literarias como América sin nombre, Laotra, etc.
Entre sus obras más destacadas podemos citar: Tesarái mboyvé (Antes del olvido),1987; Tataypýpe (Junto al fuego), 1992; Ayvu Membyre (Hijo de aquel verbo), 1999; etc.
El lector que se adentre en la obra de Susy Delgado saldrá de ella tocado en lo más hondo de su ser. Cuando uno recita sus versos, no puede evitar recordar a Rabindranath Tagore que escribió: “¡Qué feliz eres, niño mío, cuando sentado en el polvo juegas con un  palo roto toda la mañana!”
Los poemas de Susy Delgado también se alimentan de la infancia perdida, ese mundo mágico al que siempre queremos volver, ese mundo que, como dice ella, salido de sus manos,  “pandorga pequeña, hermosa, / ya va bailando / arriba y más arriba…” hasta convertirse en un vago recuerdo, acaso en un sueño.
Los versos de Susy Delgado nos invitan a cantarlos junto al fuego, y para ello no hace falta guitarra ni arpa, el acento guaraní (como el grillo o la cigarra) ya trae la música incorporada.

Niño inepto
lo llamaban.
Por inepto,
nadie
le enseñó
nada.
Y en niño inepto
se quedó.

Mitã pituva
oñehenóivami,
mitã pituvágui
no mbo'éi chupe
avave
mba'eve.
Mitã pituvápe
opyta.

(Ne'êjovái/Palabra en dúo, Arandurã, pp. 86-87)

Amablemente, y para que podamos conocerla mejor, Susy Delgado ha aceptado responder a nuestras preguntas.

Escribes en guaraní y en español. ¿Hay alguna razón especial para escoger una lengua u otra?

Escribo en la lengua que me pide el momento o el tema. Si hablamos de escribir poesía, la lengua aparece en una especie de chispa inconsciente, que responde seguramente a motivos muy profundos… En un momento posterior, se puede agregar el análisis, una mirada más racional, y se puede empezar a jugar con otra lengua.

¿Es en ese momento posterior cuando las dos lenguas conversan juntas, como tú dices en la nota a Ñe’ê jovái (Palabra en dúo), “hablan entre sí”?

Sí, tal vez el diálogo comienza cuando se traduce, que es como un primer acercamiento a la otra lengua, pero se produce en forma más resuelta, cuando las lenguas se mezclan, tal como ocurre en nuestra vida cotidiana. En mi trabajo, este proceso se fue dando de a poco, ya que en los primeros años, traduje solo los poemas escritos originalmente en guaraní, al castellano; no se me ocurría que podía hacer también lo contrario, traducir del castellano al guaraní, hasta que un día, determinados poemas me sugirieron la idea.  Fue el momento en el cual fui tomando conciencia de que mis lenguas dialogaban entre sí, y en ese proceso, el último paso es asumir la mezcla, venciendo el prejuicio de la “lengua bastarda”, aceptar que la lengua viva no es esa materia ideal que teníamos en mente, ni está hecha a la medida de nuestros gustos. Creo que el escritor de hoy debe asumir la “el mbaipy” cultural y lingüístico y su desafío es crear una estética con esta arcilla impura, tal como lo hizo hace ya muchos años Emiliano. Hay una nueva generación de escritores que sin haber andado tanto camino, ya están entendiendo esto, y me parece muy bien.

¿Es el guaraní tu lengua materna?

Sí, yo aprendí el guaraní en mi casa, con mis abuelitos, con quienes crecí y pasé mi infancia, en la campaña, como decimos en Paraguay. No tengo formación académica en lenguas, pero con los años me volví una trabajadora entusiasta, apasionada de la lengua. Che rova atäko [soy persistente], pero añeha’ä mbarete hese [soy tenaz]…

¿Qué autores crees que influyeron más en tu obra literaria?

Cuando me hacen esa pregunta, el primero de quien me acuerdo es de mi abuelo, que no era un escritor sino un modesto agricultor, pero que cotidianamente nos contaba cuentos –a mi hermana y a mí- junto al fuego de la cocina campesina. Eran cuentos populares, que mi abuelo los contaba con una gracia muy especial, y que yo creo, sembraron en mí la semillita de la palabra, que con el tiempo yo cultivaría a mi manera. Además, todo ese tiempo inicial, de despertar al mundo, a la lengua, con esos ingredientes profundos y maravillosos que nos daba la vida campesina, cuando no teníamos televisión ni luz eléctrica y nutríamos nuestra inquietud de horizontes mirando las estrellas o persiguiendo luciérnagas por las noches… Yo creo que allí estuvo y allí estará siempre lo más hondo que me ha influido.
En un proceso posterior, puedo hablar por ejemplo de Rulfo, un autor que a mí me impactó profundamente, con esa visión poética tan tremenda, de ese lugar con el que puede identificarse cualquier lugar de Latinoamérica, donde los muertos conviven con los vivos, vivos y muertos se confunden… No sé si me influyó, pero sí que me marcó profundamente.

Aparte de la poesía, ¿qué otros géneros literarios cultivas en guaraní?

Desde hace más o menos una década, incursiono de tanto en tanto en el cuento; tengo un libro publicado en este género y una partida de textos más esperando, pero en cantidad y persistencia, la poesía le sigue ganando. Bueno, y además del cuento, he escrito prólogos y presentaciones de libros, comentarios de temas literarios, ponencias, cosas así… A un texto de largo aliento que no sea la poesía, todavía no me animo, al parecer.

En una lectura poética, te escuché decir que el signo más profundo de la poesía es el dolor. ¿Tus poemas nacen del dolor? ¿Crees que la tristeza es mejor inspiradora que la alegría?

Sí, yo siento que el dolor es el principal motor de la poesía, ese sentimiento de que somos una arenilla en el desierto, un relámpago perdido en la eternidad, capaz de percibir lo bello, capaz de percibir una vida más justa para el ser humano…, pero completamente incapaz de alcanzarla.

Hay una serie de poemas en tu antología Ñe’ê jovái (Palabra en dúo) que me gusta mucho. Se titula «Tataypýpe» (Junto al fuego). ¿Te identificas con estos poemas? ¿Cómo te surgieron, qué te llevó a escribirlos? Constituyen un canto a la infancia y a la familia. ¿Cuánto de autobiografía hay en tus poemas?

    Me nació precisamente del recuerdo de esa infancia que te comentaba más arriba, un recuerdo que siempre estará muy vívido en mí. En aquel tataypy ceniciento estuvo para mí el fuego inicial de la palabra y del mundo. Upégui che aju [de allí vengo]. Creo que ese retazo de mi vida tenía que aflorar en algún momento porque era como una deuda profunda que yo tenía con aquel tiempo. Y sí, creo que tiene mucho de autobiográfico.

¿Crees que es posible escribir sin tirar de lo autobiográfico?

Creo que no hay necesidad de “tirar de lo autobiográfico”, porque se quiera o no, eso se meterá en el texto por todos los resquicios que encuentre. Aunque creamos estar escribiendo algo totalmente alejado de nuestra vida personal, la elección de cada elemento y cada palabra estará guiada por lo que hemos vivido y aprendido… o malaprendido.

Según afirman algunos escritores paraguayos, en Paraguay, en especial en el interior del país, hay pocos lectores. ¿A qué crees que se debe esta escasez?

Seguramente se debe a una suma de factores, pero entre ellos creo que está el fracaso de la educación para acercar a los niños hacia los libros. Y seguramente tuvo que ver también la discriminación de la lengua mayoritaria; el 80% de los paraguayos fuimos alfabetizados en una lengua que no era la que hablábamos en casa, nuestra lengua materna. Actualmente se están revisando estas cosas, por suerte, se está restituyendo el guaraní a su lugar legítimo de a poco, se están revisando los métodos para promover la lectura… Y se empiezan a percibir los signos de un cambio incipiente, mejor tarde que nunca.

¿Qué consejos le darías a los jóvenes poetas que empiezan a escribir?

Si tienen una vocación profunda, seguramente que ni les hará falta consejos porque buscarán y encontrarán solos el camino. Pero de todos modos, a los tímidos o indecisos, les diría que se acerquen a la literatura con resolución, con voluntad de trabajar, porque la literatura es una aventura apasionante para bucear en lo humano, pero es un camino de trabajo, de mucho trabajo. Y les diría asimismo que se acerquen a la literatura con la apertura y la humildad para aprender algo cada día. Como suelo decir en mis talleres, hacer literatura es una búsqueda que no tiene final.


Para conocer más sobre esta escritora:

http://www.cervantesvirtual.com/buscador/?q=Susy+Delgado#posicion
http://www.portalguarani.com/394_susy_delgado.html 
https://www.youtube.com/watch?v=uI7f_tYu3Sc

sábado, 15 de marzo de 2014

Mi identidad




Cuando te miro
puedo ser lo que quiero.
Incluso yo mismo.

viernes, 7 de marzo de 2014

Una joya que nos invita a abrir los ojos para ser felices

Mucho de bueno ha de tener una película que viene mezclada con versos machadianos, música de los Beatles, una huida hacia cualquier parte y unos días llenos de luz, como Vivir es fácil con los cerrados (2013), la última película de David Trueba, ganadora del Premio Goya 2014.
Una película que está hecho de sueños, el sueño del profesor de inglés Antonio Sanromán (Javier Cámara) de conocer personalmente a John Lennon, que viene a rodar una película en España. Antonio tiene que dejar su clase y viajar desde Albacete hasta Almería. A él se une Belén (Natalia de Molina), una chica que escapa de un pasado que trae consigo misma, y Juanjo (Francesc Colomer), un chico que huye de su casa porque ha discutido con su padre al no querer cortarse el pelo.
Ambientada en los años 60, en plena dictadura, la película nos muestra los temas de esa época, la poca libertad de la mujer, las escasas oportunidades de los jóvenes que deben buscarse la vida fuera de casa, y también la posición de los profesores, fundamentales a veces para algunos estudiantes. Maestros como  Antonio, con una filosofía machadiana y por qué no decir republicana, que enseña inglés, que nunca se rinde, que es optimista ante la vida, que piensa que a veces es mejor tener malos profesores porque te dan más oportunidad, y no te cortan las alas. Un profesor que por amor a la educación ha de hacer un viaje que podría costarle el puesto en la escuela, pero se arriesga porque sabe que es la única oportunidad que tiene.
Las escenas perfectas del viaje a Almería, de las carreteras vacías, ilustran la soledad, la incertidumbre del porvenir.
El público puede encontrar en la historia todos los ingredientes para enriquecer el espíritu. La película tiene escenas que nos hacen reír, otras que nos hace rabiar, otras que nos hacen llorar, otras que nos motivan a luchar, a no rendirnos ante las barreras de la vida. El profesor Antonio es un claro ejemplo de que las oportunidades hay que ir a buscarla fuera de casa, sabe que debe hacer un largo viaje por conseguir hablar con Lennon, cuyas canciones utiliza como apuntes para enseñar inglés a sus queridos alumnos.
Cuando salimos de la sala de cine seguimos escuchando en nuestra mente la palabra “Help” de John Lennon que grita Antonio cuando vuelve a casa con las notas de su inspiración. Con esta película aprendemos que “los caminos se hacen al andar”, que el placer y la aventura están en el viaje. Como la vida misma, un viaje lleno de escenas alegres y tristes es esta película.