Hoy en día existen en Paraguay muchos licenciados en guaraní. Sin duda, se trata de un hecho relevante para nuestro idioma y nuestra identidad. Por fin hemos formado profesionales. Al menos, en este aspecto. Pero se sabe también que buena parte de ellos no tienen puestos de trabajo.
Ahora que tenemos la Academia de la Lengua Guaraní se podría impulsar su enseñanza en el extranjero. ¡Cuántos profesores se beneficiarían con este proyecto! ¡Cuánta mano de obra se podría aprovechar! El Paraguay tiene la oportunidad de exportar profesores. Se preguntarán algunos, ¿por qué ir a enseñar guaraní al extranjero? ¿A quién le interesa el guaraní, si ni siquiera a los propios paraguayos les importa? Yo contestaría que en el extranjero se encuentra la mitad de los paraguayos; muchos de los cuales ignoran lo útil que es saber escribir y manejar bien su idioma. Convendría que aprendieran el idioma de sus padres los niños paraguayos que nacen fuera. Además, hay también personas que no son paraguayas que sienten gran curiosidad por este idioma; es el caso de muchos lingüistas. Para ellos hacen falta profesionales de la formación, que los hay en Paraguay y muchos. Y la Academia de la Lengua Guaraní puede organizar este proyecto, así como lo hace con el español el Instituto Cervantes, el British Council con el inglés, y tantos otras instituciones de esta índole. Somos conscientes de que esta iniciativa tiene un coste que solo el Estado paraguayo puede costear. ¡Pero qué maravillosa inversión sería para nuestra lengua, para nuestra educación!
Y de esta manera se beneficiarían los profesores, las editoriales que deben preparar los manuales, los distribuidores, los correctores, en fin, mucha gente desocupada que necesitan una fuente de trabajo para vivir.
Si tal Academia quiere ser más que una institución simbólica, debería promover la enseñanza del guaraní fuera de las fronteras del Paraguay, por el bien de los paraguayos, por el bien de nuestra cultura. Ya lo decía Saussure: “la lengua es la que en gran medida hace a la nación”.
C.D.L.
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