Nombres
escritos en la corteza de los árboles
Ángel
Rodríguez López
La
Isla de Siltolá, Sevilla, 2014.
Veinticinco nombres de mujeres conforman Nombres escritos en la corteza de los árboles, el nuevo libro de poemas de Ángel
Rodríguez López (Jaén, 1982), que
incluye además un excelente
prólogo de Yolanda Ortiz Padilla.
Los nombres han hecho hablar a los poetas desde que se
inventaron el odio y el amor. Las mujeres que inspiran a Rodríguez López son
las que de alguna manera forman parte de su vida y a partir de ahora también de
la del lector.
El primer nombre, “Marcela”, coincide con el de un
personaje muy conocido del Quijote. Marcela es una mujer decidida,
valiente, en la historia pastoril cervantina. Pero también puede ser la figura
de la mujer más libre de hoy en día. En el poema de Rodríguez López no solo
encontramos el primer amor de la infancia y la chica más popular, que tenía
como locos a todos los chicos del pueblo, sino también la referencia al título
que lleva el libro: “Pero de aquello solo queda / tu nombre escrito en la
corteza de este árbol / y un puñado de años con más pena que gloria.”
Todo el libro mantiene el mismo tono descriptivo de las
protagonistas. Él poeta las observa y las canta. “Roberta, / con su tizne
cobrizo en las ojeras…”. A veces se compadece de ellas (“Dulce, la pobre Dulce,
/ lo único que es suyo son sus manchas de verruga / y una miseria honda y
vocera…”) y las bendice y las quiere y las rescata en sus versos, tal vez es
una forma de que no se mueran del todo.
De temas como el amor habla en algunos poemas (“Clara”), y
también observa cómo pasa el tiempo en “Carmen”: “Pero esta mañana se ha
levantado sobre sus más de sesenta marzos…”
A “Violeta” la retrata ágil y risueña paseando por la calle
en unos versos que da gusto pronunciar: “Ella pasa su paso en la calle y posa /
su peso de huesos ya cenizas de tarde…”.
Los versos se leen de forma fluida para que nos sorprenda
mejor alguna imagen, algún aforismo o greguería: a Marta “los besos le caducan
entre los dientes…”, a Martina “se le cae el viento de los ojos si mira lejos”.
Los poemas de Rodríguez López retratan a la mujer que
sufre en la calle, en una oficina, en una casa, en un circo… O en todas partes,
como “Lorena”, la prostituta que “asume los golpes” de la vida. Poemas humanos,
muy humanos, son los de Rodríguez López. Por eso vale la pena acercarse a
ellos. No solo ofrecen un mundo próximo y actual, sino también retratos de la
vida desgarrada por el destino. La lectura de estos poemas busca alumbrar la
conciencia y los ojos de los lectores.
Tal vez los nombres
sean solo una forma de distinguir a los poemas y que la mujer que inspira al
poeta sea solo una y todas. Quizá encontremos en algunos de estos nombres el
rostro de alguien cercano a nosotros. Un nombre como “Marta” o “Raquel”, cuyos
dos únicos versos valen la pena tallar en la memoria: “Hay que defender este
mundo: / tus ojos están dentro.”
Muchas gracias por la reseña. Muy acertada. Espero que hayas disfrutado la lectura. Un abrazo sincero.
ResponderEliminarMe alegra que te guste el comentario, Ángel. Para mí siempre es una alegría conocer la poesía de la nueva generación de poetas. Me ha gustado mucho la lectura. Un abrazo y que sigas escribiendo muchos poemas.
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