Oportuna
y necesaria se hacía la publicación de la poesía completa de la española Raquel
Lanseros (Jérez de la Frontera, 1973). Esta
momentánea eternidad (Visor, 2016) recupera poemas de libros hoy difícil de
conseguir, como Leyendas del promontorio.
Raquel Lanseros es una poeta cuya voz ha
ido llegando cada vez a más lectores (tanto españoles como americanos) y cuyo
eco lírico parece que viene a quedarse. Tal como lo explica la propia autora en
el prólogo –que es una pequeña poética–, Esta
momentánea eternidad nos ofrece una panorámica de lo que la poeta ha ido
publicando en los últimos once años (2005-2016) y como yapa [propina] incluye
algunos poemas inéditos. Años prolíficos, que han dado su fruto, con algunos
poemas que describen un largo recorrido por la vida y la poesía, que acaso
significan la misma cosa para Lanseros. Su
poesía busca sobrevivir al olvido. Por eso reflexiona sobre el paso del tiempo,
utilizando a veces la imagen de las ruinas, ese rastro de los días que nunca
pasa de moda: “Las ruinas se aparecen a un corazón humano / en su modo
cambiante de reflejar el tiempo”. El optimismo y la inocencia ante el mundo
como poética, mejor dicho como filosofía, como una manera de vivir (véase
“Invocación”). Otro tema relevante en la visión poética de Lanseros es la de
usar su voz en favor de la mujer (“Doña Juana”), para repudiar el trato injusto
de la sociedad. En muchos de sus poemas de Los
ojos de la niebla a quien se describe es una mujer. Lo autobiográfico, lo
cotidiano, los problemas sociales, las referencias a los versos de otros poetas,
enriquecen el mundo poético de Lanseros. La relación de trasladar un personaje
literario en uno real, como el poema homenaje a la maestra “Beatriz Orieta”,
que nos sugiere una figura paralela con a la Beatriz de la Divina Comedia. En este poema la muerte es una estancia donde los
amantes se reúnen para estar juntos para siempre: “Pero a veces la muerte /
vuelve a acercar los labios / de los que un día se amaron”. En Chroniria (2005), Lanseros se acerca a
la poesía más irónica: “Me habría gustado amarte. Te lo juro. // Sólo que
muchas veces la voluntad no basta”. También lo aforístico reluce entre sus
versos, sobre todo en los finales: “Solo quien ha besado sabe que es inmortal”.
La greguería: “Las palabras me trepan por el pecho / como hormigas hambrientas…”.
Podemos ver en su trayectoria que los temas a lo largo de estos onces años no
han variado mucho, acaso en los últimos libros aparezcan con más fuerza el tono
irónico, el juego metalingüístico, la crítica social (“Sigue doliendo España”),
la religión (“El creador del creador”). La poesía de Raquel Lanseros tiene los
ingredientes para cautivarnos: las referencias a la vida real y a la literatura
de todos los tiempos. En sus versos, la realidad y los sueños se entremezclan
hasta confundirse, como en toda buena literatura. Pues como dice ella: “Leer
poesía y escribir poesía conlleva aventurarse a pensar y a sentir”.
El
mismo año en que aparece Esta momentánea
eternidad se publica Poesía soy yo.
Poetas en español del siglo XX
(1886-1960), una antología preparada por Raquel Lanseros y Ana Merino, en
la que recogen una muestra de la poesía que escriben las mujeres de los países
de habla hispana. Para las antólogas es “imprescindible el trabajo de rescate y
visibilización” de las poetas. Quieren contribuir a la “mayor divulgación de la
obra de sus autoras, así como a instigar a la investigación y descubrimiento de
otras muchas”. Recogen en la antología
algunos poemas de Josefina Plá y Renée Ferrer. Esta antología ofrece sin duda
alguna una muestra de la gran variedad de poetas, desconocidas y olvidadas
algunas, que en esta publicación resuenan con una fresca y renovada voz.
Raquel Lanseros, poeta que sabe
compartir su mundo, también sabe abrir caminos, hacia su poesía y hacia otros
poetas. Como muestra, ofrecemos un poema de la autora:
ARITMÉTICA
Lo
que quiero que sea
lo
que es
lo
que pudo haber sido
lo
que nunca será
lo
que fue y lo que era
lo
que pudiera ser
lo
que querré algún día que haya sido
lo
que quise que fuera
lo
que a pesar de mí se obstina en ser
lo
que siempre soñé que fuese un día.
Las
cuentas son exactas:
yo
soy el resultado.
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