Me
preguntan qué libro publicado en este 2016 merecería ser destacado. Entre las
mejores publicaciones del año, yo destacaría principalmente la recuperación en
facsímil de los once números de la revista Jugar
con fuego (Ediciones Ulises, 2016). Todos
en un solo tomo. Una revista de poesía y crítica literaria, fundada y dirigida
durante los años 1975 y 1981 por el poeta y crítico José Luis García Martín
(Aldeanueva del Camino, Cáceres, 1950).
Como una especie de Feijoo, radicado
en un rincón de Avilés, se mantuvo al tanto de todas la novedades literarias. Para
ser más exactos, no solo dirigió la revista, sino que escribió en gran medida todo
el contenido, especialmente en los primeros números. Pero la parte crítica, que
era (y sigue siéndolo hoy) la más destacada, estuvo íntegramente a cargo del
genio de García Martín. Las reseñas llevaban la firma de Alfonso Sanz
Echevarría y Bernardo Delgado, dos de los heterónimos del José Luis García
Martín. Al principio nadie sabía que esos dos nombres eran los heterónimos de García
Martín, un escritor pessoano, capaz de imitar los estilos de cualquier poeta.
Un poeta camaleónico. Por suerte, hoy tenemos la ventaja de contar con las
aclaraciones de Pablo Núñez, que hace la introducción del facsímil, para evitar
hacernos un lío con los pseudónimos, lío que seguramente tuvieron los lectores
de los años 70.
La crítica de García Martín en estos
últimos cuarenta años de poesía española se ha vuelto no solamente válida y
objetiva, sino necesaria para el lector y también para el escritor mismo. Jugar con fuego quizá sea la obra
maestra de García Martín. En ella se hizo conocer el primer libro de Víctor
Botas y estudios sobre la poesía de autores del 50 y del 70 (como Ángel
González, Ángel Crespo, José Ángel Valente, Francisco Brines y tantos otros) que
forman parte ya de la historia de la literatura española contemporánea. Pero
además en sus páginas aparecieron los poemas de Juan Luis Panero, Juan Gustavo
Cobo Borda, José Kozer, etc.
En el epílogo del facsímil, García
Martín confiesa: «En Jugar con fuego,
una revista que no dependía de nada ni de nadie, jugué a decir lo que muchos
pensaban pero nadie decía, o solo lo decían en voz baja y entre amigos» (pág.
785). Lo cierto es que García Martín es uno de los últimos de su especie, un
crítico valiente, de los que no venden gato por liebre al lector. Por eso es
uno de los críticos más admirados (y temidos) de España. Con Jugar con fuego empezó todo y sus
páginas siguen encandilando al lector de hoy en día. Como ayer mismo.