Oriundo de Tacuati (Paraguay), Marco
Flecha Torres debuta con su primer libro Chorritos
(Cospel, Resistencia, Argentina), un
volumen de catorce microrrelatos.
La
historia de Marco Flecha Torres es también la historia de muchos niños
paraguayos, niños que crecieron al calor de las historias que les contaba el
abuelo, la abuela (como en el relato “Superstición”) o viajeros sedientos que
recorren de a pie todo el país, buscando ese algo que nunca encuentran y cuentan
historias a cambio de un vaso de agua. El autor nos explica todo eso en el
prólogo al libro: “Me hice comunicador, animador y sobre todo cuentero. Y
contando cuentos llegué a Sevilla a seguir transitando por estas geografías de
la ficción y la realidad…” (pág. 9). Nada más leerlo nos damos cuenta de que el
autor parece realmente un personaje más de la literatura. Su biografía también
es una historia apasionante y merece ser contada y escrita.
Con
los relatos de este breve libro, descubrimos a un autor que al parecer no solo
es bueno en la narración oral; también descubrimos a un escritor que tiene
madera de narrador, que ha leído y vivido mucho.
Marco
Flecha Torres, como una especie de rapsoda, bebe del origen mismo de la
literatura, de la oralidad. Y como un verdadero cuentero ha viajado por el
mundo, como los sedientos caminantes que recorrían todo el Paraguay. Marco
Flecha Torres ha tenido el mismo destino. Solo que él parece saber lo que está
buscando, que es deleitar al oyente. En este caso, al lector que no puede
asistir a los encuentros que organiza. Justamente en el mes de agosto volverá a
Paraguay y pasará también por Argentina para seguir contando cuentos.
Un
detalle que quiero anotar antes de seguir. En Paraguay, el término “cuentero” (como
en España “cuentista”) tiene connotaciones peyorativas, se dice de la persona
chismosa. Pero Marco Flecha Torres es un cuentero en el buen sentido de la
palabra, claro está.
Algunos
de los relatos que componen Chorritos (Un
gotero de relatos) hablan de la emigración, como “Ostracismo” y “Los
oficios de la vida”. Contados con un tono irónico, a veces anecdótico, podemos
ver en ellos una crítica a la sociedad.
Unos
de los personajes muy recurrentes de la literatura paraguaya es sin duda Alfredo
Stroessner, que aparece muchas veces como villano, por más que tome otra
apariencia, como la del Doctor Francia, en Yo
el Supremo. En el relato “El gran cartel”, de Flecha Torres, se hace
hincapié en la influencia de Stroessner que aún existe en la sociedad
paraguaya, sobre todo en lo político. Lo que este relato nos quiere decir es
que la sombra del dictador es alargada y sigue oscureciendo el rostro del país.
El pueblo no ha podido liberarse por completo de sus tentáculos. Se hace
referencia a la destrucción de aldeas para construir sojales: el tema de la
soja suele estar relacionado con la figura del dictador, o al menos con los que
siguen hoy en día su política. Lo cierto es que Flecha Torres demuestra que se
preocupa ante todo por los temas sociales. De ahí que en muchos de sus relatos
se inspire en cuestiones que aquejan a la sociedad desfavorecida, de ahí que a
veces su literatura parezca anecdótica. Pero su relato solo es la punta de
iceberg de lo que nos quiere decir. Su mirada objetiva va más allá de lo
acontecido. Tiene un trasfondo histórico muchas veces, como el caso de “El gran
cartel”.
En
mi opinión, los relatos más cortos de este libro son los más logrados; los que
más nos sugieren y nos hacen pensar e imaginar. El autor pretende que el lector
complete la historia, quiere que nosotros también participemos. Destaco, por
ejemplo, “Aleteos”, un relato con un final que da sentido y encaja y se une con
el principio del relato. Léanlo ustedes mismo:
“Cruzaron mariposas negra
sobre nuestras cabezas. Cientos, miles iban aleteando, como si salieran de
alguna aldea de mariposas negras. Trazamos con la mirada un camino hacia su
naciente. Vimos el humo tras su vuelo, y más abajo, al terminar la parábola, el
fuego sobre el techo de paja de nuestra vecina. De allí brotaban”.
Hay
otros microrrelatos que tienen imágenes metafóricas que suenan a poesía, como
“Abril”:
“La primavera llegó con
un temporal. Los vientos agitaron árboles y nos empapamos de flores”.
Marco
Flecha Torres, un artista hecho a sí mismo, un trotamundos, un viajero de la
palabra, de la literatura esencial, pero también una voz que quiere hacernos
pensar, pero sin olvidar sacarnos alguna sonrisa en cada cuento. Vale la pena
buscarlo y leerlo. Puede que un día pase por vuestra casa y os cuente su
historia, su historia de caminante.
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