martes, 17 de septiembre de 2013

El malabarista

En una de las calles de San Lorenzo, un malabarista canta al compás del rugir de los motores, que esperan atentos ante el semáforo que se encienda el color verde. Nadie se fija en los ojos rojos del malabarista, a nadie le maravilla ya lo que hace.
El malabarista sigue cantando su pena, y sigue moviendo sus manos infinitos. Mantiene la mirada en un solo punto, conseguir algo para comer. Su boca, ese abismo, se abre al cielo mudo. La noria sigue girando en sus manos, esas manos cansadas de pedir, cansadas ya tenderse ante las ventanillas polarizadas de los ojos que no quieren ver el color de la realidad. La miseria gira en esas manos. De alguna forma, cual ave negra, se posa también en la nuestra, y sigue y sigue su vuelo, emigra y nunca muere la miseria.

4 comentarios:

  1. Poder ver más allá y sacar arte de lo cotidiano es hermoso. Felicidades por tener ese don.

    ResponderEliminar
  2. Poder ver más allá y sacar arte de lo cotidiano es hermoso. Felicidades por tener ese don.

    ResponderEliminar
  3. Cristian,

    Navegando llegué a tu libro Guarani purahéi, publicado por Impronta. Me gustaría conseguirlo. Estoy en Buenos Aires.
    Tenés idea de alguna librería que lo tenga?

    Gracias!
    Ana

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola, Ana. Lo puedes pedir de forma on-line, por Internet. En una semana te llega. Un abrazo.

      Eliminar