18 de agosto
En uno de los bancos de la plaza, frente al Cabildo, me siento a descansar de mi larga caminata por Asunción. Unos niños pasan corriendo junto a mí, como si acabaran de salir de la escuela (no sé si van a la escuela, seguramente que no). Vienen gritando en guaraní: “Quien llega último es un tonto”. Un policía, muy serio, les dice algo. Uno de los niños, el más sucio, se detiene y llama al uniformado por su nombre, este sonríe y el niño se aleja corriendo. Todos se tiran en la fuente, gritan, están felices. Bajo la petrificada mirada de Juan de Salazar y Espinosa –fundador de Asunción– hacen volteretas en el aire y se zambullen en el agua. Me alegra saber que los niños de la Chacarita aprovechan la fuente que está frente al Cabildo de Asunción, ellos saben que el agua de allí es mucho mejor que la del río. Son listos, de eso no hay dudas.
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